lunes, 22 de febrero de 2010

Lejos


Viniste y te fuiste, como un cálido y raro viento en invierno. Me diste un mundo con colores y flores para soñar. Como Colon buscando el nuevo Mundo, te dejé entrar en mi vida, nadé en mares de ideas y dudas por saberlo todo de vos. Lo intenté realmente todo, esta vez no fui yo quién fallo y sin embargo las cosas no salieron como pensábamos.
La decadencia, el dolor junto a la bronca, la cercanía de estar lejos, el saber los distintos como lo iguales que podíamos ser y la sensación de placer con vos. Un día más o un día menos, otra palabra colgada de mi garganta, otra herida que se abre sin querer y tu nombre en mi sufrimiento precoz.
Sentir como mi vida direcciona siempre al mismo juego y la sensación de que la realidad se convierte en una pesadilla de la que no puedo escapar nunca. Como una carta que levanto, tratando de llegar al final del juego, una vez que llego, todo me lleva al mismo comienzo, la misma nada y la incertidumbre por no entender.
No tengo el sabor, solo tengo la formula de aquella preparación cruel. No me importa lo que pueda tener, solo me importa el destino y no hay manera más ingenua que decirlo sin gritarlo.

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